Centro de Psicomotricidad EVEL
Práctica Psicomotriz Educativa y Preventiva Aucouturier
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La práctica psicomotriz que realizamos en Centro EVEL tiene un encuadre definido y se sustenta en que el placer es la base para todos los aprendizajes. Jugar, actuar y pensar son desafíos para el niño que vive rodeado de pantallas, que tiene que estar 6 horas sin levantarse de la silla, llegar a casa y hacer tareas. Ninguna pantalla puede reemplazar la interacción con los adultos, con los otros niños.
Necesitamos un espacio para encontrarnos con el cuerpo y para desarrollar nuestra mente, y esto es lo que ofrecemos.
Tal como apoya la neurociencia, todas las referencias afectivas y cognitivas del niño se construyen a partir de la interacción con el entorno y esta implica una sensorialidad visual, auditiva, táctil, quinestésica, implica sus emociones y sus fantasías, implica toda la dimensión psicomotriz del niño.
¿Entonces es una actividad como la gimnasia? ¡No! Hay movimiento, pero movimiento acompañado de transformación, de transición y de crecimiento.
En la práctica psicomotriz se trabaja el desarrollo de la dimensión simbólica desde el juego sensorio motor. A través de la acción y antes de que el lenguaje emerja, el niño puede ya expresar todo aquello que se mueve en su interior.
La sala de psicomotricidad ofrece al niño un espacio de seguridad en la que el niño puede simplemente construirse, puede simplemente ser. La sala de psicomotricidad es un espacio especial diseñado para hacer posible esta construcción personal necesaria para el desarrollo del niño.
No se trata de una actividad dirigida, ni tampoco de un entrenamiento físico. Hay movimiento, hay acción y hay creación, hay un recorrido de la acción al pensamiento en cada sesión, pero cada niño hará este recorrido desde su necesidad, desde sus vivencias y para su desarrollo.
Grupos
- Grupos de 2-3 años: 8 niños máximo por grupo
- Grupos de 4-6 años: 8 niños máximo por grupo
- Grupos de 6-8 años: 8 niños máximo por grupo
¿Qué hacemos en la sala de psicomotricidad?
- Jugar, saltar, correr, rodar… cada uno a su ritmo pone a prueba su cuerpo y gana seguridad y unificación corporal.
- Creamos escenarios, guaridas, casas, fortalezas… potenciando nuestra creatividad y relacionándonos con nuestros iguales, que viven este momento tan emocionante con nosotros.
- Gritamos, reímos, nos sorprendemos… de lo que somos capaces de hacer, viviendo las emociones que no podemos vivir en otros entornos.
- Aprendemos dónde están los límites, los nuestros y los de los demás, jugando de forma respetuosa y estableciendo vínculos desde el placer con los otros.
¿Qué usamos?
En la sala tenemos:
- espalderas para trepar, para saltar, para contemplar desde las alturas.
- módulos de espuma para construir, para empujar, derribar
- telas para envolvernos, para hacer capas de superhéroes, para bailar, escondernos…
- pelotas para lanzar, agarrar, para dar en el blanco..
- aros para bailar, para imaginar un volante..
- un gran espejo para mirarnos, para reconocernos
- cuentos para contar historias, para identificarnos con las emociones de los personajes…
- bloques de construcción para crear.
- Pinturas y ceras para dibujar y contar nuestras propias historias.
¿Cómo se estructura una sesión de psicomotricidad?
Ritual de entrada
En esta fase el psicomotricista acoge a los niños, que se sientan en bancos o en el tatami, visualizando la sala y si es posible ante un espejo donde se puedan ver todos juntos. El psicomotricista saluda a cada niño, le pregunta qué tal se encuentra y le da la bienvenida reconociéndole como parte única y esencial de la sesión de juego que está a punto de comenzar. Se recuerdan las normas que rigen la sesión y que son tan sencillas como importantes, no hacerse daño y no hacer daño a los demás.
Tiempo de juego y expresividad motriz
Tras el ritual de entrada, los niños se preparan para destruir el muro que el psicomotricista ha construido con los módulos de espuma. Este momento es de sumo placer para el niño, es uno de los momentos más emocionantes de las sesiones. El psicomotricista es quien indica el momento en que el grupo puede correr a destruir el muro y es un momento de liberación, pero también de control de impulsos. Al destruir el muro dejan atrás todo lo que se impone fuera da sala: exigencias, tareas, normas…y pasan al mundo de la imaginación, de la espontaneidad, de la acción y de la creatividad. Durante este tiempo los niños juegan, usando libremente el espacio y los materiales. La finalidad es facilitar el placer sensoriomotor y de creación y recreación simbólica a través del movimiento. Los niños juegan a correr, a saltar, a trepar, a teatralizar, juegan solos o en grupo, construyen y destruyen.
También juegan a hacer como si… juego que permite hacer al niño sin culpa, recrear las ansiedades y las tensiones vividas con otros niños, con los padres, con los profesores...
El cuerpo es el protagonista y se vive en este juego con los otros. Durante este tiempo el psicomotricista acompaña al grupo, reconoce al niño con la mirada y con las verbalizaciones, procurándole seguridad y confianza.
El tiempo de la historia
Tras el tiempo de acción, emoción y movimiento, llega el momento de la historia. En este momento el psicomotricista indica que vamos a escuchar una historia, todos escuchamos en grupo frente al espejo. La historia es una historia que tendrá un valor dramático en su trama y terminará con la calma y la vuelta a la seguridad. Las historias se contarán a veces con un libro acorde a la edad del grupo, para apoyar con imágenes este momento de tránsito de la acción al pensamiento. Este momento permite al niño disminuir la actividad y favorece la descentración cognitiva, la atención y la regulación de emociones. La historia promueve la representación mental, el cuerpo se para y se moviliza el pensamiento, cargado de las identificaciones profundas que el niño hace con los personajes y con el suspense de la trama. Abre el camino hacia el último de los momentos de la sesión, el de la expresividad plástica y gráfica.
Tiempo de expresión gráfica y plástica
En esta última fase el niño está preparado para pensar, para construir, para crear. El cuerpo ya no es el eje de acción, el pensamiento está ahora en marcha.
La construcción con bloques requiere el dominio perceptivo motor y conceptual de la realidad de forma, tamaño, consistencia, equilibrio, cantidad, causalidad; elementos lógicos que afirman los procesos cognitivos. La manipulación y el pensamiento son en esta fase los que mandan. Para los grupos en los que ya existe lenguaje, la creación del niño va a ir acompañada de una historia, la que el propio niño quiere contar al psicomotricista sobre su dibujo.
Esta historia que el niño contará al psicomotricista sobre su creación, le ayudará a dar sentido a su producción y tendrá sin duda que ver con todo lo que se ha movido en la sesión. El niño se ha expresado a través del cuerpo y ahora lo hará a través del lenguaje.
Lo que se vive en las sesiones es un proceso de maduración psicológica que facilita el desarrollo y crecimiento de cada niño.
Ritual de salida
Nos preparamos para salir de los simbólico y transicional y volver a la vida cotidiana. Es la vuelta al afuera real, pero sin cortes, con una continuidad del psiquismo y de la identidad, de la estabilidad y de los vínculos, de todas las transformaciones vivenciadas en la sala.
En definitiva, la psicomotricidad Aucouturier supone un proceso crucial en el que las funciones cognitivas, la autonomía y el movimiento se desarrollan de forma unificada.
¿A quién va dirigida esta actividad?
- Todos los niños pueden disfrutar y beneficiarse de la práctica psicomotriz.
- Especialmente está recomendada para niños con:
- Baja tolerancia a la frustración
- Dificultades para socializar
- Trastornos de lenguaje
- Hiperactividad
- Problemas de conducta