Históricamente, se ha pensado que durante la etapa infantil solo tenían cabida las risas, los juegos, las alegrías…y que los niños vivían alejados de preocupaciones y responsabilidades, y si las tenían, eran contempladas como livianas y transitorias, sin darles por tanto demasiada importancia a su salud mental.
Actualmente, esto ha quedado en el olvido, teniendo muy presente que niños y adolescentes viven con igual intensidad que un adulto sus preocupaciones y responsabilidades y poseen sentimientos de culpabilidad y angustia que desequilibra su bienestar psicológico.
La depresión es un trastorno afectivo, que tiene como emoción propia y principal la tristeza, además de tener asociados pensamientos de pérdida y fracaso. Pero cuando hablamos de depresión infantil, hemos de tener en cuenta que la edad modula y llena de matices dichas características y con ello las repercusiones negativas del trastorno.
Al igual que sucede en otros trastornos y problemas en la infancia o adolescencia, estos pueden ser difíciles de identificar, debido a que muchas veces pasan desapercibidos por su carácter internalizante, o porque la interpretación que se da a dichas formas de expresión puede ser errónea.
Características propias de la depresión Infantil:
Estado de ánimo variable
Desesperanza
Irritabilidad
Sentimientos de culpa
Hipersensibilidad
Negativismo
Baja Autoestima y Autoconfianza
Lloros excesivos
Autoconcepto negativo
Cambios en el sueño.
Cambios en el rendimiento escolar
Problemas de socialización.
Quejas somáticas (dolores de tripa, pérdida de apetito, dolores de cabeza…)
Pérdida de interés y disminución de la energía habitual.