Es frecuente oír a la gente quejarse de haber dormido poco o mal. Esto no es un problema si ocurre de manera puntual. De lo contrario, si el dormir mal se mantiene durante varias noches seguidas o nos ocurre de manera continuada en un periodo de tiempo amplio, puede tener serias repercusiones en el desarrollo de nuestra vida diaria. Cuando dormimos mal o poco, estamos más cansados, más irritados, nos cuesta mantener la atención y la concentración, nuestro rendimiento empeora, dejamos de disfrutar de la compañía de otros y de realizar actividades placenteras.
El sueño es un estado de reposo necesario, permite que el organismo esté en equilibrio, ayuda a regular procesos biológicos internos, restablece almacenes de energía, influye en el proceso de aprendizaje e interviene en la conservación de la memoria.
A veces las causas pueden ser factores externos, como el ambiente, la alimentación, la temperatura de la habitación… Pero muchas veces son factores psicológicos los que causan estas alteraciones, nuestro ritmo de vida, las exigencias, preocupaciones, ansiedad o estrés, conflictos, que repercuten en que nuestro sueño sea reparador o no.
Principales alteraciones del sueño:
• Problemas en la iniciación del sueño.
• Alteraciones en la continuidad del sueño.
• Despertar precoz.
• Terrores nocturnos.
• Despertar confusional.
• Sonambulismo.
• Pesadillas.
• Calambres nocturnos en las piernas.
• Síndrome de piernas inquietas.
• Trastornos de movimientos rítmicos.
• Problemas en la higiene del sueño.
La intervención psicológica en estas alteraciones es fundamental, interviniendo en los factores que interfieren en el buen desarrollo del sueño y así poder recuperar un estado saludable y de bienestar.