El estrés es una reacción fisiológica del organismo que aparece en el momento que hay que reaccionar y defenderse ante una situación que se percibe como amenazante o peligrosa, esto es una reacción normal si ocurre de manera esporádica y ante hechos puntuales que provocan estrés de corta duración. Este tipo de estrés, denominado estrés agudo, es necesario para la supervivencia del individuo, el problema empieza cuando el estrés se sufre durante mucho tiempo, llegando a veces a durar años si no se pone remedio. Los factores estresantes o desencadenantes son cualquier estímulo, externo o interno (tanto físico, químico, acústico, somático o sociocultural) que favorezca la desestabilización en el equilibrio del organismo, tales como: • Estímulos ambientales. • Percepciones de amenazas. • Enfermedades. • Aislamiento. • Obstáculos en nuestros intereses. • Presión grupal. • Frustración. • No conseguir los objetivos planeados. • Relaciones sociales complicadas. • Falta de recursos para afrontar una situación. • Cúmulo de molestias. • Alteraciones en las rutinas cotidianas. Los síntomas de estrés más frecuentes son: • Nerviosismo o estar inquieto. • Aceleración del corazón. • Pupilas dilatadas. • Sudoración. • La piel se torna ribosa. • Tensión física. • Dolores o contracturas musculares. • Aceleración o enlentecimiento en los movimientos. • Obesidad. • Aumento o pérdida de peso. • Estado de ánimo bajo. • Bajo deseo o rendimiento sexual. • Cansancio. • Falta de energía. • Olvidos. • Falta de concentración. • Cambios hormonales en las mujeres. Vivir bajo estrés implica un deterioro físico, psicológico y relacional, que puede alterar de manera importante la vida de las personas que lo padecen siendo aconsejable consultar a un especialista que le ayude a mejorar la situación y poner solución a lo que esta pasando.
Estrés
