Si nuestro hijo no pronuncia bien algún fonema, lo adecuado es visitar a un logopeda. El no tratar la dislalia puede influir negativamente en el desarrollo de la personalidad del niño.
Una de las anomalías que con más frecuencia se nos presenta es la dislalia. La dislalia es un trastorno de la articulación del lenguaje, no reviste gravedad y su pronóstico es, en la mayoría de los casos, muy favorable. Sin embargo, el no comenzar una reeducación en la pronunciación de los fonemas problema, puede traer consecuencias muy negativas, no sólo en el rendimiento escolar del niño, sino también en el desarrollo de su personalidad.
El lenguaje es una capacidad compleja que está estrechamente relacionada con el desarrollo de la personalidad de un niño. De igual forma que una perturbación psicoafectiva puede entorpecer la evolución del lenguaje en un niño durante su infancia, se da también la relación inversa, es decir, un trastorno del lenguaje puede frenar la evolución afectiva y social del niño.
A veces, cuando un niño comienza a hablar y existen fonemas que no pronuncia correctamente, los papás muestran reacciones afectivas desajustadas, sobreprotegiendo al niño o mostrando ansiedad por que supere el problema. Esto se produce por una falta de aceptación del problema, y lejos de mejorar la rehabilitación del niño, empeora la situación.
Aunque el niño a veces no sabe ni cuándo pronuncia de forma errónea, sí es consciente de que no habla igual que los demás niños. Esto ocurre porque él mismo se escucha y escucha a los demás, y porque la mayoría de las veces, tanto en el cole como en casa, ya se lo han hecho saber. En muchas ocasiones el niño se retrae y se muestra tímido, evitando contactos y posibilidades de relacionarse con los demás con el fin de que su problema no sea visible. Si el niño ha sufrido alguna humillación, pongamos por ejemplo que otros niños se rían de cómo pronuncia, esto le hará sentirse más inseguro y la confianza en sus posibilidades de superar el problema irá mermando.
Por este motivo, aunque muchas veces el niño está aún en desarrollo y dentro de la edad de adquisición de los fonemas problemáticos, es necesario comenzar una reeducación precoz, a fin de evitar que lo que pudo ser solo una dislalia, acarree consigo deformaciones en la personalidad del niño.
Un niño que comienza la etapa escolar con dislalias puede obtener rendimientos bajos en relación a su capacidad, sentirse marginado por compañeros ante su incapacidad de hacerse entender correctamente, mostrarse tímido y poco colaborador… La falta de participación lleva a estos niños, generalmente, a una bajada del rendimiento escolar, en algunos casos más que en otros, debido a la frustración que experimenta el niño. Se mostrará distraído, poco centrado, y experimentará dificultades con la lectura y escritura.
Lo conveniente es aceptar el problema y comenzar una terapia con el logopeda, que de seguridad al niño para enfrentarse a la dislalia y confianza en sí mismo para superarla.